Me robé tu fotografía

Por: Daniel Carrillo

Soy un cobarde que no puede confesar que se robó tu foto y la tengo decorando mi celular y laptop.

Pequeños detalles que no confieso por temor o pena o por la distancia o la pandemia o porque «no lo sé» y, como estos, tengo otros cuantos miles de pretextos.

Pero tengo tu foto para levantarme el ánimo cuando decaigo o cuando tengo un buen momento.

Me absorbe tu sonrisa y me arrebata del tiempo y me conquista y cuando me percato, me doy cuenta de que todo es cosa mía.

Esta vida de imaginar que tú me la obsequiaste: la fotografía, la mirada, la sonrisa; me eleva de sueños y cuando aparto la mirada de la pantalla, desciendo de picada.

«¡Por cobarde!», gritan miles de voces en mi cabeza.

Para aminorar la velocidad de la caída, vuelvo a mirar tu imagen, pero ya nada las vuelve a su silencio.

No debí robar tu fotografía.

Recuerdo que mis abuelos aún pensaban que las fotografías robaban almas y, creo que tenían razón.

No como ellos creían, pero mi alma ya no es mía, sino de tu sonrisa…

Y mi sonrisa, está atrapada en tu mirada y mi mirada te recorre largo por tu cabello hasta los olanes de tu falda.

¡Qué hermosa eres! ¡Y cuánto miedo despierta tu belleza!

Nosotros tenemos que vivir presos de ella, de la imaginación en la que tu mejilla podría sonrojarse por una palabra mía o que tus ojos pudieran esperar mi imagen o que tu talle esperase por mis brazos o…

¡Qué cobarde!

Pero no tengo remedio.

He robado tu fotografía, y la tengo adornando mi tablet, mi celular, mi laptop y un cuaderno y tú, sin saberlo, tienes mi alma, mi mirada, mis suspiros, mis murmullos y mi aliento.

Pequeños detalles, lo confieso, tengo tu fotografía y tu imagen en todos, absolutamente todos mis ensueños.

Deja un comentario