Manos, las de mi madre

Por: Ricardo Flores Joya

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Cada mañana sus manos,
eran musas prodigiosas que bendecían mi lecho
con almíbar de su fuente, la existencia de mi ser
que la vida prodigaba…

Eran manos cariñosas,
las que cada madrugada,
cuando el alba despuntaba me cubrían de caricias
como fuente de primicias del destino
que me dan…

Las recuerdo nobles, suaves…
trémulas y sedosas acercándose a mi boca
desbordando la miel pura
de su entraña de panal que afloraba de su pecho,
fuente pura para darme
la mies blanca que mis horas endulzaba…

Son dos manos milagrosas
que se cuelan en mi vida
como ángeles virtuosos que me dan vida y calor…
que señalan el camino
que conduce mi destino por los sinos de la vida.

Por los caminos sinuosos
de incertidumbre y dolor, por los senderos virtuosos
que en la vida transité, mi premio
han sido esas manos que me llenaron
de amor, que bendecían con pan mi fortuna
y mi dolor…

En la paz y la discordia, el júbilo y la agonía,
agua bendita me han dado
del calor que me han brindado
de su inextinguible amor…

Esas manos cariñosas, son las manos
de mi madre,
las que siempre llevaré como tesoro
en mi ser,
las que siempre guardaré como el pecunio
primero
que la vida me entregó, como regalo feliz…

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